Durante la primera etapa de la vida el ritmo es fundamental. Rudolf Steiner nos enseñó cómo el ritmo es algo vivo, es el portador de la salud. “Cuanto más rítmicamente viva el niño, más sano será su desarrollo”. Es por esto que en el Kinder las actividades se repiten año a año y el ciclo del año se convierte en un organismo rítmico de celebración. El saludo, el cuento, los cantos, las rondas, la colación, el juego en la sala y en el patio, y la despedida constituyen un ritmo ágil, alegre y cálido que envuelve el quehacer diario de los niños.
Tan pronto entran a clases los niños del Kinder comienzan este proceso con entusiasmo, recogiendo nueces en el paseo y preparando la bolsita con los frutos secos que se llevan a la casa el día de la celebración de la fiesta del coraje, en la imagen del Arcángel Micael que lucha con el dragón.
Al finalizar el otoño celebramos la fiesta del farol. Invitamos a las familias y amigos de los niños a ser parte de una procesión que recorre el patio del Colegio cantando en el atardecer con sus farolitos encendidos.
Comienza el frío, la luz se va acortando, las noches son más largas. Al comienzo del invierno preparamos el espiral con ramas de pinos para encender una velita (que se confecciona con los niños) en el centro. Así celebramos el primer adviento y los cuentos culminan en la celebración del nacimiento del niño Jesús en el pesebre y la visita de los pastores.
Después de las vacaciones de invierno se produce una transformación en este organismo de celebración y los niños preparan la siembra del pasto en sus canastos. Cuando las mañanas todavía son heladas pero el sol comienza a irradiar nuevamente y la naturaleza se alegra con los brotes de primavera celebramos la Pascua de Resurrección. El conejito visita el Kinder dejando sus huevos de colores en los canastos de cada niño.
Finalmente con la llegada del verano hacemos rondas, cantos y paseos despidiendo otro año.
Artículo escrito por Pilar Salinas, quien fue profesora de Kindergarten de nuestro colegio.